Este lunes se cumplen 94 años del fallecimiento del conscripto Anacleto Bernardi, nacido en San Gustavo, quien supo despertar el orgullo de los entrerrianos. El 25 de octubre de 1927, enfermo de pulmonía, ayudó a rescatar a los náufragos del buque italiano Principessa Mafalda, frente a las costas de Brasil, pero murió devorado por un tiburón. Tenía 21 años. Por su historia, todos los 25 de octubre se conmemora el Día del Conscripto Naval.
Como todos los años, este lunes la Municipalidad de San Gustavo realizará un acto en homenaje a su héroe. El acto será a las 18, frente al municipio. En diálogo con La Sexta, Cynthia Pérez, Coordinadora del Área de Cultura municipal, comentó que hoy "el pueblo vuelve a reencontrarse en una acto muy sentido, como es el homenaje al conscripto Bernardi, el héroe del pueblo. Es algo tradicional. Va a haber un desfile de los chicos de las escuela primaria y secundaria de San Gustavo que llevan su nombre. Y van a participar otras instituciones, como la Guardia todos los Verdes, La Delfina, la Policía, Prefectura Naval, y los Bomberos Voluntarios".
Enseguida, Pérez comentó que "Anacleto Bernardi nació el 13 de julio de 1906 en San Gustavo" y que se fue a "hacer el servicio naval y le toca hacerlo en la base naval de Puerto Belgrano, en el sur. A los 21 años, en 1927, murió en el naufragio del Principessa Mafalda. Él tenía neumonía y venía acompañado por el cabo (Juan) Santoro. Cuando el barco naufraga, Bernardi le da su salvavidas a un abuelo y se tira al mar a rescatar a otras persona. Luego es devorado por un tiburón".
"Acá se cuentan que desde chico él siempre tenía estas características de ayudar al otro. Se cuenta que cuando era chico se tiró a un arroyo y salvó a alguien que se estaba ahogando. También que se estaba prendiendo fuego una casa y entró y salvó un bebé", refiere la funcionaria de Cultura y destaca que son varias las instituciones y espacios públicos que recuerdan al joven héroe. "El hogar de niños y una plazoleta de La Paz llevan su nombre; también la avenida de San Gustavo, la escuela primaria y secundaria de la ciudad; y hay una estación de ferrocarril cerca de Federal, y en la Base Naval de Puerto Belgrano hay un busto en homenaje a él", enumeró.
Consultada si existen descendientes del conscripto Bernardi, señaló: "Nosotros sabemos que hace muchos años, cuando la escuela cumplió 50 años, del acto que se hizo entonces participaron familiares. Hoy todavía hay descendientes de él en La Paz".
Finalmente, comentó que desde el municipio, en conjunto con otras instituciones, "estamos realizando para marzo una revista o libro que cuente la historia de San Gustavo, en donde se incluirá la historia de Bernardi".

Busto de Bernardi en Puerto Belgrano.
MÁS DE SU HISTORIA
Bernardi era hijo de inmigrantes italianos, de la región de Piamonte. El 8 de enero de 1927 se presentó en Puerto Belgrano para dar comienzo a su deber como conscripto de la Armada. Luego de unos pocos meses, Bernardi fue premiado por su buen comportamiento y sus virtudes –una de ellas era la natación, consecuencia de haber nacido cerca del río– para ser parte de la dotación de la fragata ARA “Presidente Sarmiento”. Esto significaba la posibilidad de recorrer el mundo durante el viaje de instrucción con cadetes que egresaban de la Escuela Naval Militar.
Durante ese viaje, Anacleto se enfermó de pulmonía y debió desembarcar en el puerto de Génova; y así regresar a la Argentina para su recuperación junto al cabo principal Juan Santoro, que también había resultado enfermo. Para su regreso ambos fueron embarcados en el buque “Principessa Mafalda” junto a otros convalecientes.
El 25 de octubre, durante la tarde de la novena jornada de navegación, cuatro golpes muy fuertes alertaron a la dotación del barco. Ya habían parado dos veces por reparaciones. Los arreglos hechos antes de la zarpada parecían haber sido insuficientes y, a pesar de estar a cercanías de las costas brasileñas, el “Mafalda” no lograría llegar a puerto.
El conscripto Bernardi y el cabo Santoro, a pesar de su estado de salud, se presentaron ante el capitán Simón Guli para cooperar en la evacuación de las 1.300 personas que se encontraban a bordo. Desde entonces, contribuyeron en la operación recorriendo la totalidad de la nave en auxilio de la dotación y negándose a ocupar lugar en los botes por su condición de enfermos.
Una vez completa la evacuación y entendiendo que el buque se hundía en el Atlántico, los jóvenes se lanzaron al océano. Juntos planeaban aguardar el rescate por parte del “Empire Star”, que se encontraba a sólo mil metros de distancia.
El cabo artillero Juan Santoro fue el último que vio con vida a Bernardi. En su diario, relataría luego: “Nadábamos afanosamente. Bernardi iba a mi derecha, un poco retrasado. Llevaríamos ya unos 100 metros de travesía cuando los gritos escalofriantes, los gritos de un ser que se siente mordido y arrastrado hacia el fondo, dominaron un momento el rumor de las olas que se repitieron varias veces, cada vez más extraños y cada vez más patéticos. ¡Tiburones! ¡Son tiburones! No tuve tiempo de recapacitar. Sentí algo que me arrastraba también a mí hacia el fondo del abismo. Empecé a tragar agua y creo que perdí la noción de las cosas. Tuve la sensación de apretar una masa viscosa que se escapaba de mis brazos, cada vez más inertes. Después, aquello que me llevaba hasta el fondo, desapareció. Mis brazos volvieron a ser livianos. Ascendí cuatro, cinco metros. En la superficie aspiré una bocanada de aire que me dolió en los pulmones. Grité: ¡Bernardi! ¡Bernardi! Nadie me respondió. Estaba solo entre tinieblas. Bernardi había sido devorado por un tiburón”.
El Principessa Mafalda
El transatlántico italiano “Principessa Mafalda” fue construido en 1908 y botado en Nápoles en abril del año siguiente. Homenajeaba con su nombre a la princesa italiana Mafalda de Saboya, hija del rey Víctor Manuel III y de la reina Elena. Pertenecía a la Navegazione Generale Italiana Societá Riunite Florio & Rubatino y en octubre de 1927 cumplía su nonagésima travesía entre Génova, Barcelona, Río de Janeiro, Santos, Montevideo y Buenos Aires. Pesaba 9.210 toneladas y medía 485 pies de eslora y 55 de manga.
Si bien nunca se conocieron las cifras exactas, se estima que en el naufragio murieron 324 personas (32 tripulantes y 292 pasajeros), de un total de 1.255 que iban a bordo (968 pasajeros y 287 tripulantes). De los viajeros fallecidos, más de 200 eran de tercera clase.














