A la actriz Thelma Fardin la pudo escuchar todo el país este martes cuando dijo: "Me animé a contarlo porque vi que otra chica lo había contado". Ese es justamente el efecto masivo que provocó el fenómeno #MiráCómoNosPonemos impulsado por el Colectivo de Actrices Argentinas que apoyó a la joven en su denuncia contra Juan Darthés por violación cuando ella tenía 16 años.
Santa Elena y nuestra provincia no fueron la excepción: un aluvión de relatos y escraches por abusos sexuales y acoso, inundaron las redes sociales. Muchísimos de ellos significan la primera vez que las víctimas logran poner en palabras el dolor, la indignación, el asco y el miedo que han ido cargando pesadamente por años, uno de los pasos necesarios en el arduo proceso de sanación que deben atravesar de por vida.
En algunas ciudades, incluso, se han publicado propuestas de hilos de Twitter u otro tipo de publicaciones colaborativas que se llenaron rápidamente de cientos y cientos de "a mí también me pasó". Y lo peor es que, según se desprende de los relatos, los abusadores no son monstruos ni excepciones: son papá, el tío, el kiosquero, el hermano, el colega, el vecino, el novio, el amigo, el remisero, el primo, el policía, a muchos de los cuales se les tiene gran estima en el contexto de sus víctimas.
A continuación, compartimos algunos fragmentos de los estremecedores relatos:
No nos olvidemos de este señor de Santa Elena, ex policía. Quien ha arruinado la vida de muchxs niñxs, incluyendo la mía y de mis hermanas. Nosotras pudimos superarlo, estamos bien. Pero nadie nos borra los recuerdos ni los sentimientos de ese entonces.
Hoy lo podemos contar, hoy no nos sentimos solas. HOY NO CALLAMOS MÁS!!
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Empezó a violar a su prima cuando ella tenía 5 años. La Justicia desestimó la causa porque pasaron más de veinte años. La víctima, con secuelas permanentes, y el violador, con la frente en alto.
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DE OTRAS PARTES DE LA PROVINCIA
Cuando tenía 12 o 13 años levantábamos quinela en la calle. Un remisero que era vecino nuestro me hizo señas para que pare. Yo me acerqué re contenta, una jugada más era capaz lo que salvaba el almuerzo.
Yo me corrí para atrás pero como me tenía presionada por la cabeza me pasó la lengua por toda la cara. Plena luz del día, habrán sido las 11 de la mañana.No le conté nada a mi mamá porque por alguna extraña razón me sentía culpable y tenía miedo de que no me crea, o que le reste importancia.El tipo pasaba todos los días por al lado de mi casa y me miraba sonriente, burlón. Algunas veces se ponía a hablar con mi mamá en la vereda cuando yo estaba ahí.Todavía lo cruzo y me da asco.---
No paro de llorar. No puedo ni escribir lo que me pasó y pasa por el cuerpo.
Las abrazo a todas.---
Cuando tenía 5 o 6 años jugaba siempre con unas vecinitas de mi abuela. Tenían un patio muy grande, era divertido jugar ahí. Un día como los demás decidimos jugar a la escondida; el papá de ellas, un hombre que conocía toda mi familia quiso jugar con nosotras, él era "el pido". Me tocó contar, con una de sus manos me tapó los ojos mientras yo contada hasta 50, seguramente no sabía contar mucho más que eso...
Lo callé muchos años, hasta que pude contárselo a mi mamá... Y a muy pocas personas más, porque la vergüenza es grande, y el dolor más aún. Qué podía provocar yo con 5 años? Mi pollera era corta? Mi actitud "buscona" ??? No! Era una gurisa con ganas de jugar a la escondida. Él ya se murió, y yo pude transformar mi asco en lucha y empatía.---
A mí también me pasó, porque las que safaron de un abuso son la excepción. Años atrás (unos 10/11) me organicé con amigas y "un amigo" para ir a un fiesta (una de esas grandes). Tomé unas cervezas; en un momento me doy cuenta de que me meten una pasti y safo; en la segunda no me rescaté y terminé descompuesta, muy descompuesta y cagada de frío. Este "amigo" no me dejó ni un minuto sola, "amigazo" me ofreció llevarme a casa y terminamos en la de él; no me acuerdo de cómo pasó pero terminé acostada en la cama del loco re descompuesta.
Él, como si nada, me ofreció llevarme a casa y yo muerta de vergüenza y asco me volví a subir al auto con él; me dejó en casa como si nada y me saludó con un beso en la mejilla de nuevo como si nada. Hasta el día de hoy hace como si nada y yo casi casi que también, pero ya no. Vos que vas a ver este post y te vas a reconocer: te digo solamente una cosa, empezá a tener miedo porque tu nombre también va a surgir entre toda la mierda. Gracias por la fuerza compañeras!---
34 años y aún no puedo verbalizar algo que pasó a los... 10, 11 años.
Que haya sacado partido de la cercanía y de tu gusto por el boxeo en ring barrial no está bien. Que con tu mano hayas tenido que sacar la mano de él porque ese hurgueteo te hacía doler es valentía. Que no sepas cómo contarseló a tu mamá es doloroso. Que tengas 34 años y puedas decirlo ahora es un alivio.
Yo no tuve la culpa.
Lo que yo tenía eran 10 años.
Y una pupera de la pantera rosa.
No me tenía por qué bancar esos dedos en mí.
Basta de hombres amigos de la familia que tocan a las nenas de la casa.
Basta de vecinos que manosean al voleo a las chiquillas del barrio.
Basta del kiosquero que te pide un besito a cambio de las mielcitas.
Basta de sentir culpa por el shortcito, el top, el pelo suelto y el labial de brillito.
Basta de justificar al abusador.
Y basta.
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Era súper celoso. Me decía que yo lo hacía poner nervioso. Le pegaba piñas a la pared hasta que le sangraban las manos. Quería tener relaciones todo el tiempo, aunque yo le dijera que no. Me decía que si él estaba conmigo era para coger al menos una vez por semana.
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#YoTeCreo
#NoEsNo
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